lunes, 30 de noviembre de 2009

El lavacabezas, Un buen lavado es un gran placer

Javier Lara (Innova Peluqueros)
Artículo cedido por Tocado


Posiblemente el lavado sea el servicio más placentero del salón puesto que, además de relajar al cliente con el masaje que realizamos, es nuestro primer contacto con el cabello y, por lo tanto, el momento ideal para realizar el primer diagnóstico. Sin embargo, pese a sus innegables ventajas, todavía existen salones que incluyen el “lavado normal”. Ha llegado el momento de romper esa tendencia.

Escapar del lavado como un mero trámite rutinario y transformarlo en un verdadero momento de placer. Estos deberían ser los principales objetivos que deberíamos imponernos para sacar el máximo provecho de los servicios realizados en el lavacabezas. El ritual del lavado -un buen lavado en definitiva- marca la pauta de los servicios que vayamos a realizar posteriormente, ya que nos permite conseguir una óptima definición del color y llevar a cabo un corte y peinado correctos.

La evolución social crea nuevas necesidades que ella misma debe resolver. Muy lejos queda entonces cuando los peluqueros debían calentar el agua al fuego, los lavacabezas eran palanganas de plástico que mojaban las espaldas de nuestros clientes, los champúes se realizaban a base de huevo y el lavado se convertía en una mera cuestión higiénica. Hoy, este aparentemente sencillo gesto ha dado un giro de 180º, hasta convertirse, gracias a la gran variedad de productos existentes y a la sofisticación de las picas de lavado, en una experiencia de bienestar.

>>>Hoy, este aparentemente sencillo gesto ha dado un giro de 180º, hasta convertirse, gracias a la gran variedad de productos existentes y a la sofisticación de las picas de lavado, en una experiencia de bienestar.

Sin embargo, algunos profesionales todavía no han aprendido a sacarle el máximo provecho y lo consideran una pérdida de tiempo. Nada más lejos de la realidad, puesto que los 15 minutos que debe durar un buen lavado (con su masaje correspondiente) pueden convertirse en los más rentables. Como comentábamos al principio, tanto el cliente como nosotros nos encontramos relajados, lo que convierte a estos minutos en una situación de complicidad y conexión únicas para ofrecer una solución personalizada y acorde a sus necesidades.

Otra de las cuestiones que deberíamos plantearnos es si cobramos este servicio aparte o si, por el contrario, lo incluimos en el servicio global. En el caso de que optáramos por la primera opción, conseguiremos que los clientes valoren el lavado en su medida, mientras que en el caso de la segunda opción, el lavado seguirá escondido entre el resto de servicios.

Entrar, realmente, en contacto con este servicio y hacerlo necesario en nuestros salones nos reportará más alegrías que tristezas. Primero, porque recibiremos el agradecimiento de nuestros clientes, que notarán en nuestras manos la extensión de nuestra profesionalidad y nuestras ganas de proporcionarles bienestar. Segundo, porque educaremos a nuestros clientes sobre las verdaderas características de su cabello y su tipología, lo que posibilitará que nos perciba como experto-consejero, abriendo la puerta al servicio de reventa.

En definitiva, y como en todos los factores que inciden en nuestro salón, la clave reside en hacer las cosas bien, no sólo por los resultados económicos que podamos obtener, sino también por la satisfacción de nuestros clientes.
     

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