viernes, 6 de noviembre de 2009

Cuando un colaborador dentro de una empresa de belleza no funciona

Por Ramon Costa, gerente de Costa Perruquers
Edición gráfica: Laura Bermúdez

El manager de un salón siempre pone muchas esperanzas en los nuevos colaboradores. Les dedica muchas horas al inicio de la actividad para que adopten el sistema de trabajo de la empresa, conozcan bien la actividad que van a desenvolver en la misma, cuáles son sus compañeros de trabajo, las jerarquías, qué tipo de clientes frecuentan el salón y, por último, y quizás lo más importante, que conozcan bien los gustos y las preferencias del manager para conseguir un buen funcionamiento de la empresa.

Para que todos estos puntos estén unidos entre sí y consigamos una buena armonía entre los colaboradores es necesario el esfuerzo y la involucración de todo el equipo. De no ser así, estaríamos trabajando en una misión imposible. Hay que dedicar muchas horas y paciencia para lograr el éxito.
En el caso de contar en nuestro equipo con un colaborador que no funcione, lo más delicado es que termine practicando con nuestras clientas, que siempre se acaban dando cuenta de su inexperiencia.



Va pasando el tiempo y nos damos cuenta de que las reacciones de los clientes ante nuestro nuevo colaborador no son favorables, aunque intentamos promocionarlo una y otra vez. Pero pasan los días y seguimos sin estar contentos porque se están repitiendo una serie de episodios negativos: clientes que se van descontentos, otros que ya no vuelven y otros a los que tenemos que restaurar todo el trabajo que nuestro colaborador no ha efectuado correctamente.
En estas ocasiones, el manager tiene que dedicar muchas más energías durante la jornada laboral, estar pendiente de todos los pormenores que conciernen al salón, rectificando y avisando constantemente al nuevo colaborador. Esto hace que el manager termine la jornada laboral descontento y con un exceso de estrés y cansancio fuera de lo normal, que en la mayoría de las ocasiones le dificulta estar al 100% y dar todo lo mejor de sí mismo.



Por el bien del negocio y del manager, es necesario que no se prolonguen en el tiempo determinadas actitudes: colaboradores que no son educados con las clientas, que no tienen estilo para trabajar, que no saben trabajar en equipo, que son impuntuales, que no mantienen una higiene correcta, etc. En el caso de que hagan caso omiso a todas las rectificaciones que se le han efectuado y que veamos que todo el tiempo que hemos invertido en él no haya servido para nada, conviene poner freno a la situación.
En este momento hay que mantener una charla educada en privado con el colaborador, explicándole todos los puntos con los que estamos descontentos y si, a los pocos días, no notamos mejora hay que solucionar tajantemente el tema antes de que el problema vaya a más y nos cause un perjuicio a la empresa.



Si estamos dentro de los quince días de prueba lo tenemos fácil, si el contrato inicial es de tres meses nos planteamos si nos conviene que realice los días de vacaciones que le corresponden y lo liquidamos y, si por el contrario, el contrato es fijo con bonificación es mejor que comentemos el tema al abogado laboral de la empresa para que nos oriente cuál es la mejor salida para solucionar el tema con dignidad y con el mínimo coste posible.
La peor opción es seguir manteniendo a un colaborador nefasto dentro de la empresa. Esto nunca debe ocurrir. Hay que cortar por lo sano antes de que los problemas vayan a más. Lo primero es que nuestra empresa esté totalmente saneada y que se respire un espíritu positivo.
Antes de tener malos colaboradores es mejor organizar bien la agenda y reducir el equipo si es necesario.
    

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